“Todos pueden producir sus propios alimentos agroecológicos” - PROGRAMA PRO HUERTA / INTA

ENTREVISTA - Por Silvia Sarkissian / Ene. 2017
En una de las escuelas públicas que trabajé, los chicos y la docente estaban armando la huerta desde el año anterior y trabajaron muy concientemente acerca del cuidado de la tierra, el compromiso con el medio ambiente y la sencilla posibilidad de acceder a consumir tu propia hierba o verdura cultivada. Durante los dos años que les llevó este proyecto, los chicos aprendieron mucho más que el trabajo con la tierra y, estoy segura que son aprendizajes que les quedará por siempre en su haber (Link al trabajo que hicimos en Educación Digital, 1 y 2).

Tuve la oportunidad de entrevistar a Diego Ramilo, coordinador nacional de Transferencia y Extensión del INTA. Es egresado de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata y especialista en desarrollo rural. Desde su actual coordinación se gestionan los programas Cambio Rural (INTA-Minagro) y el programa ProHuerta, junto con el Ministerio de Desarrollo Social, entre otras herramientas de intervención propias del INTA.

¿En qué consiste el Programa ProHuerta del INTA?
Es una iniciativa del INTA y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación que promueve la autoproducción de alimentos agroecológicos para garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria familiar y mejorar la calidad de vida de las comunidades. Se trata de una política pública que lleva más de veintiséis años de continuidad. Actualmente, alcanza a dos millones de personas, con unas cuatrocientos setenta mil huertas familiares distribuidas en todo el país, articulando con más de diez mil organizaciones y cuatrocientas ferias agroecológicas que comercializan los excedentes generados, gracias a una red de unos nueve mil promotores voluntarios. Con asesoría de los técnicos del INTA, el programa brinda recursos (semillas, frutales, animales de granja, herramientas, etc.) y capacitación a poblaciones vulnerables urbanas y periurbanas, a comunidades rurales, pero también llega a centros de salud mental, cárceles, escuelas y hogares. Además, financia obras de acceso al agua. En este momento, estamos llevando adelante ciento sesenta y cinco proyectos especiales, de los cuales cincuenta y dos abordan específicamente el acceso al agua para uso integral, esto es riego, consumo humano y animal. En más de dos décadas y media de trabajo, el programa trascendió las fronteras y logró trasladar su experiencia a Haití, donde el noventa y tres por ciento de la población involucrada en el programa mejoró su alimentación después del terremoto del 2010. También cooperó en varios países del África Occidental y Centroamérica. En este sentido, los efectos y los impactos del Programa ProHuerta son más que notables: entre sus resultados, ha mejorado los hábitos alimentarios, el desarrollo de tecnologías apropiadas; recuperó valores locales y fortaleció a las familias, las comunidades y las organizaciones mediante la promoción de la economía social y solidaria que favorece el arraigo y el cuidado ambiental.
-¿Es posible armar una huerta orgánica en pleno centro de la ciudad, sin disponer de terreno?
Por más pequeño que sea el espacio, si recibe luz solar y hay acceso al agua, es posible armar una huerta. Al respecto, el INTA tiene una publicación que puede encontrarse, Mi casa, mi huerta, que es una guía didáctica que promueve la autoproducción de alimentos y el desarrollo de huertas familiares en centros urbanos. La huerta puede pensarse en espacios reducidos como patios, terrazas o balcones y no necesariamente requiere que se tenga un suelo de tierra, porque puede armarse en bateas, canteros, contenedores, caños y otros tipos de soporte, que, además, permiten reutilizar materiales orgánicos e inorgánicos que se consumen y desechan en los hogares. Lo más importante es que todos, en un pequeño espacio, pueden empezar a producir sus propios alimentos agroecológicos.
-¿Qué recomendaciones daría a alguien que desea comenzar con el armado de su propia huerta familiar, ya sea en el patio de su casa o en su balcón?
Desde el INTA ofrecemos una gran diversidad de recomendaciones técnicas adecuadas para cada tipo de espacio, para cada tipo de huerta, época del año y región del país. Los consejos van desde la elección del lugar, priorizando el acceso al agua y a la luz solar, hasta el tipo de semillas que van a sembrarse, las cuales son estacionales según el calendario regional de siembra, pasando por estrategias de dosificación del riego y diversificación, e integración de hortalizas y aromáticas para controlar plagas y enfermedades, sin recurrir a productos químicos. Pero, además de las recomendaciones técnicas, mi sugerencia para iniciarse en la huerta familiar es ser paciente y escalonar la producción, ir ganando en conocimiento en la práctica e intercambiar experiencias con huerteros más avezados y no perder de vista que, más allá de las tendencias, la autoproducción de alimentos es un valor en sí mismo que mejora nuestra calidad de vida.
-¿Por qué cree que es importante que las nuevas generaciones tengan conocimientos generales sobre cómo trabajar la tierra y los cultivos? ¿Qué valores se promueven?
Por sobre todas las cosas, es importante que las nuevas generaciones tengan conocimiento acerca de cómo se producen y de dónde provienen los alimentos que consumimos diariamente y, en este sentido, que comprendan el valor de la producción agroecológica y su correlación con una alimentación sana y sustentable. Al ocuparse de una huerta, se pone en perspectiva el enorme trabajo de todos los productores familiares de las áreas periurbanas que día a día producen alimentos para abastecer a los centros urbanos. En algunos casos, las huertas comunitarias permiten el trabajo colectivo en comunidades que, gracias a esta actividad, pueden generarse condiciones de autoempleo, fortalecer sus capacidades, incluirse económicamente y continuar desarrollándose como organización. En otros casos, como en centros de salud, ofrecen un valor terapéutico. Por eso, no es casual que el programa esté hoy en más de tres mil huertas comunitarias. A su vez, trabajamos junto a ocho mil quinientas huertas escolares de todo el país y aspiramos a que cada institución escolar pueda contar con su huerta. De esta manera, las actividades alrededor de la implementación de una huerta pueden incorporarse pedagógicamente en las actividades curriculares de forma creativa, y los estudiantes acceden a alimentos seguros y sanos cultivados por sus propias manos, con todo el valor especial que eso implica. _________________________________________________________________________
Más información en: http://prohuerta.inta.gov.ar/



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