Mitos y leyendas urbanas

Santo Patrono de Buenos Aires, el primer milagro porteño

A pesar del marcado contraste urbano que hoy en día presenta Buenos Aires entre barrios colmados de elegantes vidrieras y shoppings y, a pocos metros más allá, barrios de emergencia que en nada se parecen a los anteriores, algunos escritores afirman que la mano de Dios estuvo presente en la historia de Buenos Aires desde el momento de su fundación.

Esta teoría se sustenta en dos hechos cercanos a sus inicios. Uno de ellos tiene que ver con el nombre que se la da a la ciudad, cuyo origen tiene relación con el orden divino. Tal es así que, al fundar Don Juan de Garay de manera definitiva esta ciudad en el año 1580, -luego del intento de Don Pedro de Mendoza en el año 1536, frustrado por el ataque de los indígenas de la zona-, la nombra como La Trinidad en el puerto de Santa María de los Buenos Aires.  La llamó La Trinidad en homenaje al día de la Santísima Trinidad (la expedición había llegado el 29 de mayo). La mención del puerto responde al homenaje que realiza Garay al antiguo asentamiento de Pedro de Mendoza, nombrado en aquel momento como Santa María del Buen Ayre. Esta es la primera de las advocaciones que recibe la Virgen en estas tierras, venerada por todos los navegantes.  

El segundo de los hechos por el que se comprueba la presencia divina en la primitiva Buenos Aires se revela en la elección del Santo Patrono para la ciudad. Para ello, Garay –quien para ese entonces se había ocupado de cada uno de los elementos que señalaba las Ordenanzas de Felipe II para la construcción y organización de la urbe- convoca a una reunión en el edificio de lo que fue el original Cabildo de barro y paja, para el día 20 de octubre del mismo año de la fundación, con motivo de dar lugar a la elección del santo. 

Así, se dio comienzo a la sesión. Hernando de Mendoza –quien era uno de los regidores encomendados para administrar la ciudad-, propuso realizar la elección por sorteo, sistema muy utilizado en aquella época. Se dice que los cabildantes juntaron en un sombrero papeles en los que se había anotado distintos nombres de santos. Cuenta la historia que se llamó a un niño que se encontraba en la Plaza Mayor para que tomara uno de los papeles, que determinaría la designación del santo. La leyenda, en su afán de confundir los límites de la verdad histórica -pero que, de todas maneras, contribuye a enriquecer la historia desde lo anecdótico- dice que el niño sacó el papel y todos los presentes quedaron atónitos al leer el nombre de San Martín de Tours. Este asombro respondió a que no era el santo que se esperaba para Buenos Aires ya que su origen era francés con lo que no era bien visto entre los primeros criollos, luego de los conflictos que habían enfrentado a Francia con España hacía no mucho tiempo atrás. Por este motivo y porque Buenos Aires no podía tener un patrono que no fuera el adecuado, se decidió repetir el sorteo. Nuevamente el suspenso fue seguido de la sorpresa en la sala; se volvió a leer San Martín de Tours, por lo que a pesar de la ilegalidad que había cobrado dicha elección, se decidió un tercer sorteo. Y, por alguna cuestión sobrenatural, el niño volvió a sacar un papel en donde figuraba el nombre del santo que se empecinaba en ser patrono de la ciudad, por lo que ya nadie se opuso al adjudicar la explicación a un mensaje divino.

Es así que los gobernadores y vecinos del Buenos Aires colonial tuvieron un santo a quien acudir en caso de requerir protección.  San Martín de Tours es patrono de los soldados, tejedores y fabricantes textiles –venerado en todo el mundo- y su festividad se celebra el 11 de noviembre. 

Quizás debamos implorarlo para que guíe el futuro de la Buenos Aires de hoy frente al caos que presenta el tránsito y la elección del Jefe de Gobierno porteño, entre otras cosas...




Algunas apreciaciones más...

- A pesar de que en aquella reunión se rehusaron en aceptar al santo francés, la ciudad le rindió homenaje desde aquel momento. Su advocación se reflejó en el primer hospital de Buenos Aires, al que se llamó San Martín y de la misma forma se nombró a la calle lateral de la Catedral Metropolitana, cuyo origen no tiene relación alguna con el apellido del Libertador.

- La foto corresponde a una pintura de El Greco de 1597, titulada: “San Martín y el mendigo”, inspirado en la leyenda de Martín, un joven militar del ejército romano, quien al volver de una inspección montado en su caballo, se encuentra en el camino con un mendigo que tiritaba de frío. Sin tener mucho que darle, corta con la espada la mitad de su capa y con ella cubre al pobre hombre. Esa noche, tuvo una visión en la que se le apareció Jesús, diciendo: “Martín me ha cubierto con su capa”. Luego de aquel suceso, comenzó su verdadera vocación en el sacerdocio y su posterior canonización.

Relato basado en el texto de: Contreras, Leonel: Buenos Aires. Leyendas porteñas. Capítulo II. El Santo Patrono. Editorial Librerías Turísticas, Buenos Aires, 2006.

Silvia Sarkissian

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