Santa Casa de Ejercicios Espirituales

La fe que deja huella

A pesar del ritmo que impone la vida urbana, Buenos Aires conserva en su haber patrimonial la Casa de Ejercicios Espirituales, un lugar de refugio religioso y de auténtica arquitectura colonial que, no hace muchas décadas atrás, sufrió su última amenaza de destrucción.

La historia de esta casa está trazada por una mujer quien, dirigida por su fuerte convicción y tenacidad, logró una obra que trasciende hasta nuestros días. Se trata de una santiagueña de nombre María Antonia de la Paz y Figueroa, conocida como “Mamá Antula”, descendiente del fundador de Santiago del Estero. Su gran admiración por la gesta evangelizadora de los jesuitas la llevó a incorporarse al grupo de mujeres de la Compañía de Jesús con el carácter de “beatas”. Las beatas se dedicaban a la catequesis, al servicio del templo y a la atención doméstica de las casas de ejercicios. 

La expulsión de los jesuitas avivó en María Antonia la necesidad de propagar la práctica de los ejercicios espirituales. Para ello, emprendió un largo peregrinaje a pie, por extensos territorios despoblados, soportando las inclemencias del frío y de soles ardientes. En Catamarca pasó el trance más duro de su viaje, estuvo a punto de morir afectada por una grave enfermedad. 

Sin embargo, lo más duro de su misión la esperaba en Buenos Aires. A su llegada, en el año 1779, se dirigió al Cabildo para solicitar ante el virrey y el obispo una casa destinada al retiro espiritual. Luego de ese encuentro, escribió: “se me proponen varios impedimentos; el mundo está un poco alterado; los superiores, no muy flexibles; los vecinos, vacilando sobre mi misión; empero la perseverancia del Señor hará llanos los caminos que parecen insuperables. Todo lo puedo en El que me conforta”. Y, en efecto, en el año 1780 consiguió organizar la primera tanda de ejercicios en una casa prestada.  Este evento tuvo tal concurrencia que se hizo imperioso buscar otra casa de mayor capacidad.  Con el tiempo, María Antonia pensaba construir una casa que resolviera el problema del espacio y que asegurara en el futuro la supervivencia de esa práctica. Recibió el apoyo de vecinos que donaron los terrenos de la manzana comprendida por la Av. Independencia y las calles Salta, Estados Unidos y Lima. Después de aprobados los planos, el virrey otorgó la licencia para iniciar la obra en el año 1795, dirigida en parte por María Antonia, quien felizmente cumplió con su intención. 

Esta obra refleja hasta nuestros días en su arquitectura, la sencillez del estilo colonial. El exterior del edificio está rodeado por muros de un metro y medio de espesor que guardan misteriosamente el interior de la Casa y la envuelven en un ambiente de recogimiento, digno para la meditación.

La disposición interna de la Casa fue concebida tal como la proyectó “Mamá Antula”. Dos de sus nueve patios dan a las celdas de los ejercitantes. Estos patios se encuentran al aire libre y en cada uno se aprecian elementos funcionales de ayer y decorativos de hoy, como los aljibes y faroles de la época.  Jazmines, limoneros y centenarias magnolias son fieles representantes del elemento natural que completa la armonía de este lugar. 

El gobierno de la Casa estuvo desde el principio y hasta el presente a cargo de las religiosas que adhirieron a la iniciativa de la fundadora. Llegaron a formar una congregación, con reglas propias, denominada “Hijas del Divino Salvador”.


Algunos datos para tener en cuenta:

- La celda en donde realizaba sus ejercicios “Mamá Antula” conserva intactos los efectos personales de la beata, de quien se testimonian numerosos milagros. 

- Durante el recorrido por las capillas y los pasadizos secretos, se presentan imágenes del más exquisito arte religioso. 

- En la Casa se albergaron altas autoridades como el Virrey del Perú en su paso por Buenos Aires, Manuel Belgrano y Juan Manuel de Rosas, por citar a algunos. Aquí también transcurrió la prohibida historia romántica que protagonizó Mariquita Sánchez de Thompson y su primo, quien se hacía pasar por un aguatero para obtener el permiso de ingreso y encontrarse con Mariquita cuando estaba recluida.

- La visita de esta Casa culmina con un toque bien criollo, ya que para aquel que lo desee, podrá degustar un reconfortante mate cocido acompañado de tortas fritas caseras.

Información útil para visitar la Casa de Ejercicios Espirituales:

Dirección: Av. Independencia 1190 (esquina Lima)
Teléfono: 4304-0984 / 4305-4618
Cómo llegar: Subte E, estación Independencia. Colectivos: 39, 60, 67, 102, 129.
Visitas guiadas: el 3º domingo de cada mes, a las 15.30 hs. Cupos limitados.


Silvia Sarkissian

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